Sus inicios como taberna se remontan nada menos que a 1856, y Viva Madrid reabrió sus puertas de la mano de Diego Cabrera  en 2018 manteniendo su nombre, bajo el doble formato de coctelería y restaurante. Tal es su arraigo hacia sus raíces que aún conserva la fachada de la Casa Mensaque llena de cerámica con vivos colores. Este legado histórico es el que dio lugar a la declaración de este local como espacio protegido y distinguido con la placa de establecimiento centenario.

El establecimiento se compone de tres espacios: una terraza, una zona de taberna con una barra original de estaño de 1920 en la entrada y la parte de atrás una coctelería clásica ambientada en el diseño de los años 20. Además, cuenta con una gramola que mantiene vivo el que era el sonido de Madrid durante los años 20 y 30.

La esencia de este bar es su motivación por tratar de recuperar y poner en valor todo lo bueno que se hacía antaño, combinado con las mejoras que los tiempos posteriores ofrecen; es por tanto una taberna con coctelería donde poder tomar un aperitivo, un buen cóctel, un vermú bien preparado con una tapa, una caña con un pincho o un café. En palabras de García, «Viva Madrid aúna la elegancia de los años veinte con la energía e irreverencia de los intensos ochenta, recrea una atmósfera de coctelería clásica con el carácter de una taberna avanzada a su tiempo y, por lo tanto, representa una unión intergeneracional».

Esta esencia de contrastes y armonías entre lo mejor de distintas épocas convierte a Viva Madrid en una embajada oficial en toda regla de nuestro querido Brandy de Jerez. Este emblemático lugar, conquistador de varias generaciones que nace de tradición y modernidad, representa el más puro estilo del lugar que ocupa el Brandy de Jerez en la actualidad. Es esa intencionalidad por recuperar lo bueno de antaño y darle un enfoque sorprendente e  innovador lo que precisamente hace de Brandy de Jerez la mejor bebida para representar el espíritu de un lugar tan peculiar y encantador como es Viva Madrid.