Conozco a muy poca gente que no le guste viajar, recorrer o descubrir. Sin lugar a duda es una de mis grandes pasiones que me gusta compaginar con la otra, la coctelería. Llegar a ese recóndito lugar con buena música, ambiente y, por supuesto, excelentes brebajes.

Me encanta ver las recetas y composición de los cócteles de los bares a los que voy, charlar con los bármanes y que me den a probar los cócteles más atrevidos, esas combinaciones imposibles.

Para mi sorpresa, en muchos de los bares la utilización del Brandy de Jerez es una constante, de hecho, cuando intercambiamos información acerca de este líquido tan exquisito todos coincidimos en lo mismo: «Es que nos encanta, nos gusta como mezcla y cómo sorprende a nuestros clientes».

Sorpresa tras sorpresa, y sin ánimo de utilizar frases hechas, fui confirmando aquello de que es difícil ser profeta en tu tierra.

Y es que en tiempos de globalización donde es más fácil conseguir de todo y estamos siempre en la búsqueda de «algo diferente«, a veces dejamos de lado lo que podemos conseguir a la vuelta de la esquina. No le damos el mismo valor a lo local que aquello que viene de Oriente o del otro lado del Océano Atlántico. “¿Será que a ellos le pasa lo mismo? ¿Dejarán de lado esos fantásticos productos por el mero hecho de encontrarse fácilmente?”

Desde hace unos años para acá utilizo el Brandy de Jerez en varias de mis creaciones, siempre está presente en mis cartas y lo divertido es que, tal vez por dejarlo de consumir, es difícil de reconocer, se volvió un producto exótico que encanta y enamora, pero en su tierra. ¿Será ésta la oportunidad para que este líquido tan polivalente vuelva a estar presente en nuestros menús? Sí, así lo creo, por eso: ¡hagamos del Brandy de Jerez nuestra bandera coctelera!

Salud.